domingo, 4 de noviembre de 2012

Electrónica y reencuentros



La tarde caía. Hacía calor y el silencio invadía la casa. El cantar de los grillos anunciaba la llegada de la noche. Me encontraba en mi recámara, recostada en la cama, leyendo un poco. Tomé una pausa para ordenar mis pensamientos, pero, al escuchar el fuerte sonido del timbre de mi celular, me sobresalté. Estiré el brazo para tomar el teléfono que se encontraba sobre el buró. Era mi amiga Regina. Me llamaba para invitarme a un evento de música electrónica, el cual se realizaría en un parque de diversiones, al sur de la ciudad.

-Es este sábado -dijo muy entusiasmada-. Gané unos boletos por contestar una trivia. Son los mejores lugares. Manuel –el novio de Regina- invitó a su hermano y, por supuesto, yo no podía dejar de invitarte. ¿Irás?
- Me encantaría, pero antes debo platicarlo con mi mamá y organizarme.
-Está bien. Espero tu respuesta. Te mando un abrazo, amiga.
-Igualmente un abrazo para ti y gracias por invitarme, Regina.

Estaba muy emocionada. A pesar de que siempre había querido ir a un evento así, nuca  había podido hacerlo. Era la oportunidad perfecta porque estarían algunos de los mejores DJ’s del mundo. Esa noche hablé con mi mamá y, al saber que iríamos acompañadas por el novio de Regina y el hermano de Manuel, ella se tranquilizó. Me dio algunos consejos, como toda madre cariñosa, y me dijo que me divirtiera.

Llegó el día del concierto. Casi no pude dormir por la emoción. Aún era de madrugada cuando me levanté. Me bañé y me puse ropa cómoda: short, blusa blanca y tenis. Casi amanecía cuando los ladridos de Sultán me anunciaron la llegada de mi amiga. Recogí mi bolso y mi chamarra, y me despedí de mi mamá y de mi hermano, quien me dijo: “cuídate mounstrito”. El auto rojo de Manuel, esperaba frente a mi casa. Al subir al vehículo, saludé a todos y partimos.

A medio día, se llevó a cabo la firma de autógrafos a un costado del escenario. La fila era grande, pero el motivo, valía la espera. Después de conseguir nuestros autógrafos, caminamos lejos de la multitud. Yo estaba muy ocupada descifrando las firmas de los famosos, por lo que no puse mucha atención a mis pasos. Fue inevitable que chocara con alguien. Era un muchacho alto. Me apené mucho porque hice que tirara su helado y sus boletos. Me disculpé de inmediato, al tiempo que me agaché a  recoger sus entradas al concierto y él también se inclinó para ayudarme.

-Los accidentes ocurren. No te preocupes –dijo con tono alegre.

Su voz me pareció un poco familiar. Cuando me levanté para ver el rostro del pobre tipo al que había incomodado, me quedé  helada: se trataba de Erick.


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